Sucedió un día de agosto del año 1800

 

Al atardecer, las hostilidades comenzaron. Lo que el capitán no tenía previsto eran las cadenas que surgieron del agua, cerrando el avance de su flota y cerrando para siempre sus expectativas. El capitán se resignó a repetir en su mente el sueño dorado de la invasión. Prefería esa realidad aunque fuese mera fantasía. 
Quizás lo que estaba viviendo ahora también era otra fantasía. 
Quizás este ataque no está sucediendo.